Explorando un sueño

A los nuevos líderes les hago un llamado, amen lo que hacen, apasiónense y vivan con intensidad sus sueños, si es el mismo sueño olímpico que nosotros, bienvenido al equipo

«Nunca te canses de explorar, al final de tu exploración llegarás al mismo lugar donde comenzaste, entonces conocerás aquel lugar por primera vez». TS Elliot

Comienzo este artículo con esta frase porque después de entrenar por años en un lugar lleno de mesas, pelotas y sueños, al terminar mi carrera de atleta, llegué al mismo sitio donde comenzó todo y conocí por primera vez ese mismo lugar lleno de mesas, pelotas y sueños, y nada había cambiado. Era yo el que era otro, todo era nuevo porque lo veía con ojos nuevos, ojos maduros y más experimentado. Ese día entendí ese gimnasio de tenis de mesa por primera vez.

Esto no es solo un artículo acerca de tenis de mesa, es un artículo acerca de la vida, aunque creo que si estás leyendo esto, probablemente estemos de acuerdo en que podríamos usar exactamente las mismas palabras para hablar de ambas cosas, y ese fenómeno inexplicable que unifica todo, se llama amor. Si llegaste hasta aquí probablemente compartas conmigo un amor inquebrantable por el tenis de mesa u otro deporte, recuerda que el hombre se encuentra con el significado de la vida debajo de cada piedra que el amor logra levantar, yo encontré el tenis de mesa debajo de esa piedra, pero como dijo Charles Bucoswsqui «Hay que morir varias veces antes de aprender a vivir». Él usó la muerte como una metáfora para referirse al dolor, y mi dolor más profundo fue el de no haber logrado mi mayor sueño como atleta: ir a unas olimpiadas.

Es allí donde comienza mi historia como dirigente, irónicamente comienza para terminar lo que comencé como atleta, todo movido por mi amor al tenis de mesa, y, hablando del cliché del amor, me gustaría que por los siguientes 5 minutos que les tomará leer el resto del artículo, dejemos de relacionar la palabra amor con debilidad y la relacionemos con fortaleza, ya sabemos que un hombre amerita de gran fuerza de carácter para confesarse a sí mismo el amor, y aún más, para pronunciarlo a la dueña de ese amor.

Amar, maravilloso arte que bien dominan las mujeres que tienen el don de dar la vida, de sentirla gestándose en su propio vientre y luego en un acto lleno de violencia convertir el sufrimiento en vida. ¿Será por eso acaso que las mujeres entienden la fortaleza que hay detrás del amor? Mientras que los hombres lo vinculamos con debilidad y fragilidad. No tengo intenciones de crear en este artículo un debate de feminismo o machismo, pero déjenme decirles que yo me quedo con el ejemplo de la madre que gesta, sangra y luego del sufrimiento genera vida, ¿acaso no es ese el mismo proceso que atraviesa el tenis de mesa venezolano? ¿Acaso no es el mismo proceso que atraviesa todo aquel que consigue el éxito? Nuestro éxito es volver a ser olímpicos, y lo digo con firmeza porque debe decirse fuerte para que lo escuchen, sobre todo aquellos que se tapan los oídos.

Nadie espera que los 9 meses de embarazo sean fáciles, y no hay ninguna madre con querer o sin querer que no esté dispuesta a afrontar su destino con valor y gallardía, porque simplemente la naturaleza no quiere que sea sencillo ni rápido el proceso de la vida, es más, me atrevo a decir que es aquel sufrimiento un arma que nos dio la evolución para crear ese vínculo inquebrantable entre madre e hijo/a, que es bien llamado amor. ¿Acaso no puede ser el sufrimiento el catalizador que la naturaleza creó para que la vida se cuide a sí misma a través del amor? El sufrimiento como creador del amor, que poético. Un hijo es el anhelo que siente la vida por sí misma, viene a través de nosotros, pero no es nuestro, es de la vida, y lo que nos une hasta la muerte con la vida es el amor que crece a través del sufrimiento y del sacrificio.

Ni en el tenis de mesa ni en los sueños más grandes que tengas en la vida el camino será fácil, y tampoco debe serlo, ¿cómo amar una medalla fácil de ganar? ¿Qué valor tendría una medalla olímpica si fuera fácil de conseguir? O ¿qué valor tendría tu casa, tu carro, tu aumento, o cualquiera de tus objetivos, si fuera fácil de conseguir? Las cosas fáciles abundan, lo difícil escasea, lo escaso es valioso, los ingenieros no son valiosos, son los buenos ingenieros los valiosos, lo mismo aplica con los médicos, los deportistas y los sueños, una medalla olímpica en las olimpiadas juveniles es casi imposible, ¿y qué? por eso lo elegimos y lo bautizamos SUEÑO OLÍMPICO, y es casi imposible porque amerita de sus ejecutores un sacrificio y un sufrimiento que pocos son capaces de soportar y unas oportunidades difíciles de crear. ¿Cuántas derrotas nos esperan en el futuro? ¿Hacia cuántas decepciones estaremos caminando en este momento pensando que es el camino correcto? ¿Cuántos errores nos faltarán? No hay manera de saberlo, pero si me preguntan a mí, no hay mejor manera de estar en este mundo que entregando mi vida a averiguarlo. Y quién sabe, quizás nos alcance la vida para ver un milagro construido con nuestras propias manos.

Uno de los síntomas característicos del amor es la pasión, y con la pasión llega la intensidad con que vivimos, lo que hacemos. Está llamado el tenis de mesa venezolano y en general el deporte venezolano a vivir con pasión e intensidad cada uno de los pasos que faltan para hacer realidad ese milagro olímpico. Debemos vivir intensamente cada victoria y por qué no, cada derrota, debemos seguir a nuestros héroes a cada torneo, a cada batalla, que no es de ellos, ha de ser de todos, muera la crítica al atleta y al entrenador, ellos son los que cargan el peso de las ambiciones que inventamos todos nosotros. El alto rendimiento no vive en cuerpos sanos ni mentes sanas, ¿acaso hay un atleta que no haya salido de un gran triunfo sin un dolor físico?, ¿acaso hay un atleta que haya salido de una gran batalla sin soltar lágrimas de alivio o de frustración? Debe entenderse que Tanto el alivio como la frustración son síntomas de mentes al límite, estamos llevando el cuerpo y las mentes de nuestros atletas al límite, ellos están afrontando el reto con valor, ofrezcamos a cambio la admiración que merece su esfuerzo, y luego ofrezcamos la gloria que merecen sus victorias, pero aún más importante, ofrezcamos el apoyo que merecen en sus derrotas, es allí cuando somos más importantes, es allí cuando nuestro amor debe darles paz, es de su dolor de donde debe salir nuestro amor, para ayudarlos a que el valor surja desde sus miedos, no debemos amarlos románticamente como en las tragedias de Shakespeare o la canción desesperada de Neruda, no, amarlos fraternalmente, como una madre que abraza a su hijo bañado en su propia sangre, como los hijos e hijas del sueño de todos nosotros.

A los nuevos líderes les hago un llamado, amen lo que hacen, apasiónense y vivan con intensidad sus sueños, si es el mismo sueño olímpico que nosotros, bienvenido al equipo, pero si es otro más pequeño seguramente también valdrá la pena, todos tenemos nuestro propio Everest, pero sea del tamaño que sea, solo hay una manera de escalarlo y es a través del amor, todo lo bueno de este mundo nace desde el amor, sean amor en acción y vencerán.

Comencé este artículo diciendo que había conocido el gimnasio de tenis de mesa por primera vez después de mi carrera de atleta, pero haré uso de mi innato derecho a rectificar y les confesaré algo: puede que aquel día haya conocido ese gimnasio por primera vez, pero no por última, porque mi exploración a penas comienza. ¿Y la tuya?

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